Los materiales que nos rodean y la ionización

Si nos detenemos a considerar de qué están compuestos los objetos de uso cotidiano, descubriremos que estamos literalmente «invadidos» por materiales plásticos. Esto no es ninguna novedad, pero quizás no hemos tomado conciencia exacta del altísimo porcentaje que representa, disimulado bajo variadas formas y colores.

Desde electrodomésticos hasta alfombras, desde cortinas hasta bolsas de residuos, desde sábanas a ropa interior, desde asientos de inodoro hasta hamacas de jardín, todo o está construido con material plástico o tiene una elevada proporción.

El material plástico, excelente desde otros puntos de vista, tiene el gran pecado de envenenar iónicamente el medio que nos rodea.

Anionic
¿Quién no ha jugado, de chico, frotando un peine contra la ropa y recogiendo pequeños trozos de papel con la carga estática adquirida por la fricción del peine?
Lo mismo, a escala mucho mayor, nos sucede todos los días con una gran cantidad de objetos que manipulamos, o con los vestidos que usamos. Es una experiencia usual al desnudarnos, sentir que la ropa de material sintético se nos «pega» al cuerpo, siendo común oír chasquidos de chispas eléctricas. Muchas veces, con la luz apagada, es posible ver tales chispas.

No es para temer una descarga mortal, por supuesto, pues la corriente que se maneja es ínfima, pero sí tengamos por seguro que hemos desarrollado contra nuestro cuerpo varios miles de voltios.

Nuestro organismo está surcado por cientos de pequeñas corrientes de voltajes diversos, según ha sido comprobado. La propia acupuntura, para muchos tratadistas, maneja la energía canalizando las corrientes eléctricas naturales del organismo.

No es difícil imaginar qué sucede si a esas pequeñas corrientes y pequeños voltajes de nuestro cuerpo les oponemos los miles de voltios originados por el frotamiento de la ropa interior de plástico.

Nosotros, sin saberlo, y siguiendo las marcas comerciales que nos ofrecen tales productos, seguimos alegremente agrediendo nuestro sistema bioeléctrico.

Mientras tanto, seguimos echando la culpa de nuestros pequeños o grandes malestares a problemas familiares, económicos, de trabajo, de relación social, o mil excusas más. Vivimos cansados, con stress, insomnio, etc, y no pensamos (porque nadie se ha encargado de difundirlo masivamente) que gran parte del problema es la contaminación electrónica que nos rodea.

Los únicos, quizás, que se han preocupado por el tema han sido los instructores de Yoga y Los Maestros del Feng Shui. Desde la aparición de la ropa de plástico, ellos han insistido con sus alumnos que deben usar solamente vestidos de algodón, lana o hilo, como asimismo las alfombras, que no deben contener plástico. Deben ser de lana o paja. El Dr. Sergio Chagas enfatiza en su libro “Que es el Feng Shui?” La importancia de las construcciones con materiales naturales para establecer una vida armónica y sana.

Análogamente debería rechazarse el calzado con suela de plástico, pues como dice el Dr. Florencio Escardó «impide la descarga a tierra.» Agrega el Dr. Escardó «: Debemos andar descalzos y sobre el suelo natural lo más que nos sea posible.»

Este médico es especialmente enfático en lo anterior, en el caso del niño y del bebé, por sus naturalezas más delicadas.
La revista «Medicina Aeroespacial», de EEUU, publicaba en enero de l964: «Algunos tejidos sintéticos producen suficientes cargas eléctricas estáticas como para rechazar los iones negativos de la persona que los usa.»

No debe confundirse campo eléctrico con ionización. Los campos eléctricos negativos son los que rechazan los iones negativos y atraen los positivos.

Sobre los campos negativos, la revista «Product Engineering», de EEUU., publicaba en l967:

«Algunos espacios constituidos de plástico, tal como el interior de las carrocerías de los automóviles, pueden incluso generar campos eléctricos negativos. El mobiliario y la tapicería de plástico, así como los recubrimientos murales de plástico, aceleran la fatiga mental en los ocupantes de la habitación o del vehículo.»

«Los objetos y recubrimientos de polietileno, por ejemplo, producen campos eléctricos negativos de 5.000 a 10.000 voltios por metro; en un espacio completamente cerrado mediante polietileno, el campo negativo puede alcanzar los 100.000 volts por metro.»

Recuerda Van Lysebeth:

«Por lo tanto, aún si se está en una atmósfera correctamente ionizada, estos vestidos pueden anular parcialmente los efectos benéficos de esta corriente de iones negativos favorables a nuestra salud.»

Para concluir, montemos un escenario adecuado.

Imaginemos una oficina nada especial; una oficina normal y corriente de las cuales hay cientos en la ciudad. Escritorios, sillas y demás mobiliario revestido de material sintético. Quizás paredes empapeladas con vinílico. Por supuesto, alfombrada de pared a pared con alfombra de plástico. El techo, tapizado de tubos fluorescentes. Pantallas de computadoras. Y por último, una moderna instalación de aire acondicionado central.

Como no se ha corregido la ionización ambiental con los equipos adecuados de que se dispone en el país, el malestar aumenta a lo largo de la jornada. Incluso es usual que al tocar un objeto metálico (un fichero o el picaporte de la puerta) se sienta un pequeño sacudón de energía eléctrica, provocado por la estática.

Otras veces, al recibir a un visitante, le tendemos la mano, una sonrisa… y una molesta chispa eléctrica.